La agricultura ecológica está de moda y Cantabria no se queda al margen. En la región, según datos del último informe del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino sobre agricultura y ganadería ecológica, en 2008 había un total de 5.561 hectáreas dedicadas a este tipo de cultivos y 144 operadores inscritos como productores, elaboradores, importadores o comercializadores de esta modalidad de agricultura.
Son numerosos los estudios realizados, durante los últimos años, por expertos de todo el mundo en los que se analizan los beneficios de este tipo de alimentación. De esta forma, la Universidad de Sevilla destacó que en el 99% de los alimentos ecológicos se observan sustancias beneficiosas para el consumo humano.
La gama de productos que se pueden encontrar en este ámbito alimenticio es muy variada. Frutas, verduras, hortalizas, carne, huevos, cereales, miel, cerveza, vino, queso o, incluso, productos para bebés son algunos de los artículos que se pueden adquirir.
Para identificarlos, simplemente hay que mirar el etiquetado. En él debe aparecer el nombre o código de la entidad que certifica la autenticidad del artículo, que puede estar acompañado de varios logotipos de los consejos reguladores. Además, términos como 'eco', 'biológico', 'Bio' y 'orgánico' están exclusivamente reservados para este tipo de alimentos.
Sin química
La agricultura ecológica es un sistema de cultivo agrario y explotación ganadera que prescinde de cualquier sustancia química como, por ejemplo, pesticidas, fertilizantes de síntesis o aditivos, dando así lugar a alimentos de gran calidad, respetando, al mismo tiempo, al medio ambiente.
Para conseguirlo, se han establecido una serie de principios y prácticas comunes destinadas a minimizar el impacto humano en el entorno.
Entre las prácticas más comunes se encuentra la prohibición del uso de organismos modificados genéticamente o el aprovechamiento de recursos como el estiércol para la fertilización y de alimentos para el ganado producidos en la propia granja.
Al igual que les ocurre a los productores, a la hora de comercializar los artículos también es imprescindible cumplir con una serie de requisitos, especialmente, si va a llevar el logotipo o etiquetado de la Unión Europea.
En este caso, el uso de productos químicos es también una de las premisas a combatir. De esta forma, se debe realizar un uso limitado de aditivos, que tienen que estar autorizados por la Comisión Europea y está prohibido añadir a los alimentos ecológicos cualquier tipo de condimentos artificiales y colorantes.
El comerciante debe garantizar también que todos los artículos, ecológicos y no ecológicos, sean almacenados, manipulados y procesados de forma separada los unos de los otros.
Doble beneficio
El uso de sustancias orgánicas en lugar de las químicas de síntesis o la limitación de ingredientes no agrarios supone una de las principales ventajas de la producción ecológica. Esta metodología consigue producir alimentos naturales, saludables y con todas sus propiedades nutritivas.
Éste no es el único beneficio que la agricultura ecológica supone para el consumidor. Según datos del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, en encuestas realizadas a consumidores ecológicos españoles, como segundo motivo para su elección está su sabor y diversidad.
Además, el usuario tiene la confianza de saber que los productos ecológicos cuentan con una certificación de entidades autorizadas que garantizan su calidad.
Junto al consumidor, el medio ambiente es el principal beneficiario de esta agricultura sostenible. Una agricultura que a través del uso racional de los recursos ayuda y favorece la conservación del entorno.
La contaminación disminuye, también, gracias a ella. Al prescindir de sustancias químicas, se evita dañar el aire, suelo y agua. Esto, a lo que se unen las técnicas utilizadas a la hora de la producción, favorece notablemente la biodiversidad.
En este sentido, los productores ecológicos mantienen el suelo saludable y fértil y colaboran en su mejora al usar nutrientes adecuados. De esta forma, aumentan, además, el número de organismos que viven en el suelo, lo que conlleva la mejora de la salud de los cultivos, de los animales y de los humanos.
Por último, la práctica de esta variante agrícola contribuye al desarrollo de las zonas rurales al requerir un gran volumen de trabajo, generando así empleo en estas áreas.
En definitiva, el abanico de ventajas que trae consigo la agricultura ecológica, que ya atrae a un gran número de usuarios en todo el mundo, la presenta como una posible alternativa al consumo tradicional.
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