Ya hablamos del traje. Ahora vamos por algunos consejos en cuanto a los complementos.
Como ya dije yo prescribo el minimalismo en cuanto a los complementos. Hagamos un repaso los ejecutivos de pies a cabeza:
PIES
Zapatos lustrados SIEMPRE, de líneas sencillas. Los negros son una apuesta segura. Punteras moderadas. Unos zapatos sucios o dañados transmiten un mensaje de “dejadez” que nuestro interlocutor almacena en su subconsciente inmediatamente y que puede hacer que perjudique a tu credibilidad a la hora de negociar. Calcetines discretos, en negro (o gris si el traja es de ese color), pero sobre todo hay que evitar los de licra, los que se dieron en llamar “calcetines de ejecutivos” y que dejó a más de uno con la espinilla sin un pelo por el roce continuo durante su década de esplendor, la de los 80. Personalmente soy de los que gustan de calcetines llamativos con trajes formales, pero entiendo que sólo son aptos para profesionales liberales en los que la creatividad juega un papel importante en su labor profesional. Si los calcetines se te bajan continuamente tiene dos opciones: o jubilarlos y comprarte otros que no estén dados de si, o recurrir al liguero masculino, que no tiene por qué estar en desuso.
CINTURA
Para sujetar los pantalones siempre cinturón. Si eres barrigudo y los pantalones se te caen incluso con un cinturón bien ajustado, relaja el cinturón (no lo suprimas) y usa tirantes como soporte invisible (te tienes que asegurar que nadie los verá). El cinturón ha de tener un grosos medio que no resulte ridículo con tu envergadura ni demasiado ancho. Las hebillas siempre lustrosas y discretas. Nada de hebillas “demasiado” creativas… eso lo dejas para los cowboys. Y en cuanto la piel del cinturón empiece a cuartearse optar por la renovación. Revisa los cinturones, te sorprenderás cuántos de los que sueles usar no están en un estado 100% admisible.
PECHO
La corbata a juego con el traje, que no sobre salga. Las corbatas rojas déjalas para los políticos. Tú haces negocios, no debates televisivos. Con tonos grises si llevas traje gris, azules si vas con traje azul. Evita los motivos que distraigan la mirada, que están estupendas para reuniones sociales en las que quieres marcar tu personalidad, pero en la oficina es tu mente la que debe brillar, no tu corbata. Una corbata discreta dirá de ti que eres un tipo serio, y eso siempre es un activo importante. ¿Pisacorbatas? Creo que no, resulta demasiado pretencioso en estos días. Detalle importante: ¿Pañuelo de bolsillo? Al gusto, pero si optas por él que sea blanco y lo colocas recto, que sobresalga paralelo a la línea del bolsillo no más de un dedo.
MUÑECAS
Gemelos siempre. Discretos, como todo. Y el reloj cuanto menos ostentoso mejor. ¿Qué mensaje creéis que lanza un tipo que enseña un reloj de dos kilos de platino cuando va a mirar la hora? En los últimos tiempos los relojes de sabor clásicos, planos, con aire vintage están teniendo mucho éxito. Evitar pulseritas de la amistad, ¡por Dios! Todo el mundo sabe que en los negocios la amistad no es un valor demasiado bien visto, ¿a quién tratas de engañar?
Sobre LA CAMISA me abstengo porque habría muuuuucho de que hablar y ni es el momento ni el lugar.
El secreto de la imagen de un buen ejecutivo radica principalmente en su traje. Un buen traje, bien cortado, de buenos materiales, siempre marca la diferencia. Ahora abunda lo que yo llamo los BUFAVIS (Bussines Fashion Victims), que son aquellos ejecutivos que le dan más importancia a sus conocimientos en moda que a la cuenta de resultado de sus negocios. Los conocerás por ir de ejecutivos sin querer parecer ejecutivos, con marcas de pasarela y prendas que no son a priori muy adecuadas apara el conservador mundo de los negocios. Me parecen terribles, pero que no se diga que soy yo el que desanima la ‘innovación’ en el vestuario ejecutivo.
Pero ciñámonos a la realidad, y la realidad es que lo que mejor funciona en los negocios es el traje gris. ¿Aburrido? Eso lo dirá quien no conozca las mil y una variantes que la temporada nos deja. En cuanto a tonos las posibilidades son infinitas: gris claro u oscuro, marengo, plomizo, tirando a azul, tirando a beige, etc… Con cuadros, rayas (en todas sus versiones), dibujos como la pata de gallo (aunque yo la pata de gallo la dejaría para el otoño), cruzados, sin cruzar, de un botón (muy en boga), dos botones, ¿tres? (mejor abstenerse), solapa ancha o estrecha, etc… y sin entrar en los tipos de tejidos, que entonces la variedad se dispara exponencialmente.
Un buen ejecutivo sabe lo importante que es definir su uniforme de trabajo. No puede asumir riesgos de levantarse con un mal día y optar por una mala combinación. Una vez que encuentran su ‘uniforme’ llenan su armario con él manteniendo el fondo y variando en pequeños detalles.
Yo soy muy de la manufactura italiana: Zegna, Brioni, Canali o Paoloni (esta última me gusta especialmente por su ratio calidad precio). Aunque sea dicho de paso tengo algunos fetiches como la línea London de Aquascutum (aunque yo ya puesto optaría por su servicio de sastrería y me pegaría una escapada a Londres) y tampoco me desagrada el corte de firmas francesas como Façonnable, mucho más asequible por tener distribución en El Corte Inglés.
¿Qué firmas creo que están sobrevaloradas en cuanto a trajes? Principalmente las americanas como CH Carolina Herrera o Calvin Klein, y sobre todo Armani, no puedo con los cortes de los trajes de Armani, me parecen de abuelete, sobre todo en el patronaje de los pantalones que serían delicioso si siguiéramos anclados en 1987.
Mis consejos a la hora de comprar un traje:
1. La marca no lo es todo. Hay marcas que tienen justificado su prestigio, caso de Ermenegildo Zegna que tiene su propio lanificio y usa unas telas de infarto, y otras que realmente lo que cargan en sus desorbitados precios es el coste del desfile y el caché del nombre del diseñado. Hay que pararse a pensar: ¿este traje vale lo que me piden sin saber cuál es su firma?
2. Hay que ser muy conscientes de las limitaciones físicas de casa uno. Si eres gordo o bajito, o demasiado alto, o demasiado delgado. Párate a pensar: ¿Si me arreglan los bajos y las mangas el resto del patrón se amolda a mi cuerpo? Es muy posible que la respuesta sea no, por lo que es casi mejor pasar al plan S (de Sastrería). Al final, y si comparamos con trajes de buenas firmas, el traje no suele salir mucho más caro y siempre tenemos la seguridad que nos va como un guante. Más vale un armario con poco y bueno que con mucho e imponible.
3. Cultívate en cuanto a tejidos. El saber no ocupa lugar y conocer las cualidades de los tejidos te ayudará a mejorar tu criterio.
4. Se fiel a tu estilo cuando lo encuentres. Deja los experimentos para fuera del trabajo. Minimiza el impacto visual de los complementos. Ejerce la sobriedad.
5. Vive el traje con naturalidad, que nunca sea un corsé, sino una herramienta al servicio de tu cuerpo y tu estilo de vida.
Y en cuanto a los complementos ya citados, me extenderé en el próximo post.
Lunes, 17 Mayo 2010
Volvemos a tener una semana temática. Ahora se me ha ocurrido dedicársela a los ejecutivos. Sí, esos señores con buen porte pero no siempre con buen gusto, que pasean por nuestras ciudades pegados a una BlackBerry y parándose en cada escaparate para ver se han despeinado. MALLLLLLLLLL. Un ejecutivo con estilo está siempre seguro de su pelo y no es esclavo de la BlackBerry. Esta serie que empiezo es un y trata de dar pistas más detalladas de lo que es un ejecutivo.
Primero me gustaría señalar qué es para mí un ejecutivo con estilo: dícese de aquel profesional con responsabilidades “ejecutivas” (valga la redundancia) que es capaz de iluminar una sala de reuniones con su mera presencia, sea cual sea el puesto que ocupe. No suelen ser ostentosos, más bien discretos; sibaritas, gustan del lujo, pero de forma íntima, casi imperceptible; tienen su imagen estudiada pero no resultan pretenciosos, sino que les rodea un halo formalidad-informal, y suelen tener un uniforme de trabajo que les evita perder el tiempo todas las mañanas frente al espejo. Los mejores especímenes son los relacionados con el mundo de la moda y lifestyle. A continuación pongo algunos ejemplos:
Para mí el colmo del estilo es Daniel Lalonde, Presidente y CEO de Louis Vuitton Norteamérica. Él es el responsable de las actuaciones de esta marca de supralujo en Estados unidos y Canadá. Antes de este cargo ocupó el de Presidente y CEO de Relojes y Joyería de LVMH en Norteamérica, y en este puesto ¡¡triplicó!! El negocio de TAG Heuer en la zona convirtiéndola en la segunda firma líder del sector en la zona. Este canadiense está casado y con tres hijos, pero siempre se le ve acompañado de celebrities en las presentaciones de la firma que lidera. Él ha conseguido consolidar un look bastante relajado de traje oscuro y corbata que se mimetiza con el traje y resalta sobre la camisa blanca. Lleva el traje como quien lleva un chándal, es decir, con despreocupación, haciéndolo una extensión de si mismo, eliminando el efecto corsé que a muchos le produce esta prenda. Es consciente de que sus canas son uno de sus grandes activos estéticos, por eso las deja campar con una actitud desenfadada y rebelde, pero cada una en su sitio, milimetrada.
Lalonde también fue “Global Chief Operating Officer of Nestle Nespresso S.A”, y justo de Nespresso es el siguiente ejecutivo que quiero reseña: Vincent Termote, director general de Nespresso Iberia. Pelo peinado para atrás con entradas atractivas, traje gris y corbata discreta casi siempre. Otro ejecutivo de manual muy consciente de su imagen y su atractivo, que sabe usar para llevar a su terreno a todo aquel que se le acerca.
Y para cerrar este post introductorio no puedo dejar de mencionar a Mark Lee. Este nativo de San Francisco empezó su carrera en la moda en 1984 como buyer en Saks Fifth Avenue, después pasó por Giorgio Armani, Jil Sander (America), antes de terminar en Gucci en 1996 como director (mundial) del prèt-â-porter. Cuatro años como presidente de Yves Saint Laurent, siendo el que posicionó a Stefano Pilati como sucesor de Tom Ford. Volvió a Gucci donde fue CEO y en 2008 se fue, para saberse recientemente que va a formar parte del equipo de Tory Burch, una firma emergente de gran potencial mundial. A lo que iba, el estilo de Lee no difiere un ápice de los dos anteriores, quitando su corte de pelo de cadete militar, muy acorde con sus facciones.
Encontramos un mínimo divisor común entre ellos: discreción. No hay corbatas estridentes, no hay factor ‘fashion’… ¿por qué? Bueno, eso ya es cuestión de otro post en el que hablaremos de los mensajes que damos con los complementos cuando hacemos negocios.
Ayer subí a Madrid. Ida y vuelta en el día vía AVE. Un suplicio, sí, más cuando durante todo el viaje me tocó justo delante un grupo de cuatro ejecutivos que se pasaron todo el viaje hablando de toldos y tinturas. Sólo me dejaron descansar media hora cuando se levantaron para tomar café en el vagón restaurante evitando de paso que los estrangulara uno a uno con el cordón de mis auriculares.
En el AVE de las 7:45h va repletido de ejecutivos que aun usan la palabra “yuppie” para autodenominarse, cuando más bien lo que son no es más que comerciales con el muestrario en las maletas, vendedores por catálogo. Me dediqué a observarlos, a ver qué tenían realmente de ejecutivos, y mi conclusión fue que si de verdad eran ejecutivos lo estaban haciendo TODO mal. Los había que se pasaron todo el trayecto sentados, dormitando y babeando con ¡la chaqueta del traje puesta! Imaginad qué impresión cuando llegaron a su reunión:
-Buenos, día, Juan Martín, representante de la empresa Arrugas y Compañía.
-Excelente, ya veo que se ha traído el muestrario puesto.
-Pues sí.
Otro gran error radica en los móviles. ¿Por qué todos dejamos los tonos que vienen preconfigurados en el móvil? Cuanda suena uno inmediatamente todos empezamos a escarbar en nuestras bolsas, bolsillos, etc… Eso en medio de una reunión es mortal. Ejemplo: consejo general, todos con los móviles en los bolsillos. Suena un tiroriroririrorí y todos se echan la mano al corazón como si sufrieran un ataque cardiaco colectivo:
-¿Sí?
-¿Hola?
-Es el mío.
-No, creo que es el mío.
-¿Quién es?
-No es el mío.
-Creo que te está vibrado el móvil en el pantalón
.-No llevo móvil.
-Ummm, ¿tomamos algo cuando salgamos?
-Es el mío… ¿Sí? No, no quiero cambiar de compañía ¡pesada! Es la novena vez que me llaman en la mañana los de Bocafone.
Volviendo a los terrores que vi en el vagón 07 del AVE: puedo comprender que lleven ojeras y bolsas en los ojos, respeto a los que aún creen que la cosmética afecta a la virilidad más que los pollos de Bebo Valdés, pero no tolero esas barbas supuestamente bohemias que son un quiero y no puedo. “Estoy tan ocupado que no tengo tiempo de afeitarme ni lavarme la cara, mira esta rala barba de dos días que me he dejado y las legañas que hacen juego en los ojos”. Pero el colmo de lo intolerable son LOS PELOS QUE ME LLEVAN. Señores, ¡dónde van con esos pelos de loco! Los que no tienen cuatro pelos y tratan de disimular la calvicie dejándolos extralargos y colocándolos estratégicamente, resulta que tiene una gran pelambrera salvaje que no ha visto un peine desde que dejaron la facultad. Y después están los que se peinan y que tratan a base de peinar y reipenar y aplicar gomina y más gomina en un vano intento de disimular que hace siglos que no han ido a la peluquería.
Aquí dejo un código deontológico para peinados de ejecutivos eficientes:
1. Cabeza mal peinada, credibilidad comprometida.
2. Cuanto más corto y estructurado mejor imagen de pulcritud y eficiencia.
3. Canas sí, tiente admisible (pero integral, no es admisible pelo negro como la brea y barba blanca como la nieve)
4. Frecuencia ideal para visitar al peluquero: cada quince días, pero es admisible hacerlo de mes en mes. Peluquero quiere decir profesional diplomando, no esposa con ínfulas de podadora de setos.
5. Pelo limpio siempre. Gomina demodé.
6. La calvicie lucirla con dignidad.
Y un consejo a todos: lo de YUPPIE está super pasado de moda, bórrenlo de su vocabulario. ¡¡Y menos cuentos, Caperucitas, que íbais todos en clase turista como yo!!
La primavera nos invita a salir al campo, pero no de cualquier manera, hay que proveerse de un look adecuado: el look campesino, que para eso es tendencia. No se puede ser fashion-divina de la muerte y después no buscarte una imagen en consonancia a tu escapada de fin de semana. Que te vas a la playa, pues te preparas en plan Alexis Carrington junto a la piscina con un bonito vestido cruzado de Diana von Furstenberg con hombreras y debajo un fabuloso bañador de La Perla. Que te vas a París, pues un look chic-parisién con vestido de gasa de Sonia Rykiel con boina y lápiz de labios rojo pasión. Que te vas al campo… Heidi es el modelo a seguir. Pero échale imaginación a la cosa, no es que reproduzcas el look de Heidi tal cual, sino que te inspire en las campesinas bávaras y las de la campiña francesa. Para ser visual, el look que has de buscar es Heidi ha crecido, está en la rue Foubourg-Saint-Honoré, y en el bolso lleva la tarjeta de crédito sin límite de la libanesa Mouna Ayoub.
No en vano Mouna es muy seguidora de Chanel (se dice que una de las habitaciones de su casa está consagrado a los vestidos y los complementos de Chanel que lleva comprados), y Lagerfeld es el principal valedor de esta tendencia ‘campesina’, para la que no ha dudado en rescatar el macramé y la rafia.
La rafia siempre es un valor seguro en estos casos, y más aplicado a los complementos. Se están haciendo unas sandalias de tacón de rafia adorables, es decir, se está rompiendo con los códigos no escritos que establecen que la rafia son para zapatos de cuña… no, el tacón y la rafia casan perfectamente. Pero el complemento más chic del momento es el bolso de mano de Chanel que reproduzco, tan rústico y campestre.
A los que no le convenza la rafia pueden optar por los cuadros vichy, pero siempre con el tono justo de ‘tímida chica de pueblo francés que no es consciente de su sexapil’. Un vestido con el que se consigue sin duda es con el modelito de Christopher Kane de arriba, ideal para pechos exuberantes.
No quiero ver más mochilas de combate, ni pantalones cortos todo terreno. No permito los vaqueros, ni las actitudes ‘soy una chica de ciudad que odia el campo y sólo he venido porque mi novio es un peñazo ecologista’. Métete en el papel: sujeta tu pelo con un pañuelo anudado, desplázate en Vespa, cómprate una cesta de picnic y olvida las bolsas de plástico, y tiéndete soñadora a contemplar el cielo azul con una brizna de hierba fresca entre tus labios mientras tu amor te susurra al oído “je t’aime, cherie”… pero con cuidado de no clavarte los cristales de las botellas que los domingueros han dejado rota ni mancharte el vestido con las colillas abandonadas, que uno puede ser romántico, pero la realidad es peligrosa.
En esta ocasión no me he currado las pasarelas masculinas que presentan las propuestas del próximo otoño/invierno 2010/2011, es decir, no he asistido a los desfiles. No se puede estar en misa y repicando, y a veces (no, siempre) hay que sacrificar pasarelas. Pero afortunadamente Internet ha hecho posible que podamos juzgar desfiles sin movernos de casa. Claro está que se pierde información como el ambiente, las reacciones de la audiencia… pero no se omite nada realmente esencial. Es más, contemplar las colecciones vía ‘foto’ siempre te da una perspectiva más detallada de la ropa, que estando in situ en la pasarela pasa a un ritmo frenético frente a tus ojos y que si te embobas con la celebrity que está sentada enfrente tuya o apartas la vista para apuntar algo en tu cuaderno… ¡y voilá!, ¡ya te perdiste un modelito que ha pasado por delante a traición!
En este primer post sobre la moda masculina que nos llegará en seis meses se lo dedico a Milán, primero por rigor cronológico, pero sobre todo porque voy a intentar remarcar la actitud de las dos grandes pasarelas: Milán, el hombre real y la masculinidad clásica, y París, tendencias y vanguardia. Indudablemente en ambas capitales sedan todas estas cualidades pero tuviéramos una balanza para pesar los valores el resultado sería el que acabo de esbozar.
Con Milán en perspectiva podemos afirmar que el próximo otoño es el momento del traje sartorial gris. Pero gris no significa en este caso anodino, sino todo lo contrario, significa distinción. Un excelente ejemplo de ello fue la colección Ermenegildo Zegna, que para gusto de un servidor, fue una muestra magistral de cómo el hombre de toda la vida no ha pasado nunca de moda. Sólo había estado un poco escondido detrás de la cortina de las tendencias esperando su ocasión para descorrer esa capa de superficialidad y gritar al mundo que hay cosas que ni han cambiado ni cambiarán, porque lo excelsior no tiene rival.
Tú, hombre de negocios, ejecutivo, financiero… Tú, hombre que cada mañana sale al mundo con la responsabilidad de comértelo, necesitas una buena armadura que te haga prevalecer. Y esa armadura no es sino un traje bien cortado, con las mejores telas, los detalles más cuidados. Un traje que te distinga. Si eres de lo que gustan sentirse arropado por un chaqueta cruzada quizá sea conveniente que eches un ojo a Brioni o a la línea más joven de Zegna, Z Zegna. Si buscas un corte urbano y versátil, y con un punto hasta bohemio, mejor pásate por Prada o presta atención a las propuestas de Caruso. Si estás alto de los tejidos lisos y quieres ver la vida a cuadros, la gama es inabarcable de Canali a Ferré. Quizás busques colores innovadores menos previsibles pero sin llamar la atención, ¿qué tal un borgoña de Marni?
Una de las cosas de las que más me arrepiento de no ir a Milán es que no he podido ver las propuestas de tejidos de los fabricantes del lugar, es como un pequeño vicio oculto: visito lanificios, me explican cuáles son las tendencias que proponen, e incluso me hago de algún que otro corte de tela para un traje o trench. Lo difícil es después, de vuelta, encontrar quién te haga un traje con esa tela porque los sastres, por supuesto, quieren trabajar con sus telas. Tengo muchas ganas de conocer las instalaciones de Reda, en el Piamonte, y siempre me prometo reservar un día de mis idas para hacer una excursión… pero siempre voy con prisas. Prometo dedicarle un tema a los tejidos de esta primavera.
Mientras tanto… id eligiendo traje:
Uno es humano y siempre lleva prisas, por que se termina errando, así que me siento frente al ordenador hoy como desagravio. Hace un par de semanas publiqué en elEconomista un tema sobre las pajaritas, que han vuelto con fuerza y tal y tal… lo que ya sabemos de sobra por aquí. Pero de las firmas que nombraba en el artículo, sin quererlo, masacré a una cometiendo dos erratas, una en el nombre del diseñador y otra al escribir la web. Total, que Miguel Jarabo, que es el creador de pajaritas en cuestión, tenía derecho a patearme la cabeza de aquí a China (que es donde vive la mitad del año mi amiga Anjara y hubiera aprovechado para visitarla), pero sin embargo me dio las gracias y me hizo sentir peor aún porque soy hombre perfeccionista por naturaleza y si me equivoco qué menos que unos pocos insultos para limpiar la conciencia. ¡¡Y para colmo no saqué fotos de sus creaciones!!
Así que aquí estoy para desagraviarlo aunque él crea que no hace falta. Las pajaritas de de Miguel Jarabo (www.jarabowtie.com) las conocí por medio de Neo2 (al César lo que es del César) y estaba deseando mostrarlas. Así que le hice una pequeña entrevista:
Háblame de tu empresa. ¿De dónde eres? ¿Sois más socios? ¿Qué tipo de red de distribución te interesa? Trabajo yo solo en un pequeño taller en Madrid, aunque siempre estoy rodeado de gente que colabora conmigo en sesiones de fotos, producción, distribución… Ahora mismo tengo cuatro puntos de venta: Madrid, Bilbao, Barcelona y Berlín, aparte de vender las pajaritas en la tienda online de mi web . La distribución que me planteo es poder vender las pajaritas en diferentes ciudades pero muy pocos puntos de venta dentro de cada ciudad, eso es lo que le da exclusividad a mi producto.
¿Cómo te surge la idea de hacer pajaritas? Siempre me ha llamado la atención este complemento y hace ya unos cuantos años me dio por experimentar y hacer las primeras, hasta que decidí tomármelo en serio y hacer una colección completa exclusiva de pajaritas.
¿De dónde crees que nace la tendencia actual de usar pajarita? La pajarita es un complemento que se usa desde el siglo XVII y nunca se ha pasado de moda y no se pasará nunca. Simplemente es eso, un complemento más como un zapato o un bolso. Pienso que la moda es un elemento cíclico en el que cada temporada hay una prenda a la que se le nombra el ‘must’, y parece que ahora le ha llegado el turno a las pajaritas.
¿Cuál es el perfil de tus clientes? La verdad es que tengo clientes de todo tipo, desde el hombre adulto que un día le apetece ponerse algo más atrevido, hasta el público más joven al que parece que le cuesta menos atreverse a ponerse mis diseños.
¿Crees que en este momento el público más conservador es precisamente el más reticente a la vuelta de la pajarita? Yo no lo creo. Lo importante es la personalidad de cada uno, si hay algo que te guste debes ser fiel a ti mismo y estar por encima de las modas.
¿Qué dirías que hacen especiales tus creaciones respecto a lo que se puede encontrar en el mercado? Lo primero que son pajaritas totalmente artesanales. Al igual que las cajas en las que vienen presentadas que también esta hechas a mano en un taller pequeño. Además, la producción es muy pequeña, se sacan pocas unidades de cada modelo. Por no hablar de las ediciones limitadas que iré sacando de las que solo se harán tres pajaritas. Lo que pretendo también con esta colección es desvincularla un poco de la imagen actual que tenemos, asociar la idea de pajarita a traje o smoking, y plantear un look totalmente diferente en el que te la puedas poner con un polo y un vaquero.
Este fin de semana publiqué un extenso artículo en elEconomista sobre moda fiesta que abría con una reflexión sobre cómo vestir el hombre de fiesta de una manera formal, y predicaba la recuperación del esmoquin, algo en lo que no estoy solo, sino que la mayoría de diseñadores relevantes del momento me apoyan. No es que se lo haya preguntado uno a uno: “¡Ey, Giorgio! ¿Tú me apoyas en la recuperación del esmoquin?”, “por supuesto, caro Agustín, lo que a ti te parezca bien para mí va bene”… No, así, justamente así, no lo he constatado, pero no basta más que echar un ojo a las pasarelas masculinas para ver que las firmas más importantes siempre acaban su desfile con propuestas de esmoquin.
En el artículo hacía una clara diferencia entre esmoquin y dinner jacket, pero esa diferencia sólo está en mi cabeza, creo, porque el término se utiliza indistintamente. Así que me voy a poner a la labor de extender esa diferencia conceptual que yo veo y que espero que cale para que homogeneicemos términos:
Esmoquin, lo que tiendo yo por esmoquin, es el conjunto de dos piezas de pantalón y chaqueta a juego. Y cuando digo ‘a juego’ no significan que tenga que ser del mismo color, sino que mantienen una estética común. Arriba muestro tres esmóquines de Brioni y se ve claro lo que quiero decir.
Mientras que por dinner jacket entiendo una chaqueta de fantasía en terciopelo y seda (conjuntada con pantalón esmoquin). Abajo muestro dos propuestas, una de Tom Ford y otra de Dolce & Gabanna. Esta opción es cada vez más recurrente, porque permite a los diseñadores jugar con su creatividad, mientras que un esmoquin tiene unos códigos estéticos más cerrado. Se le puede introducir ribetes en solapas o a lo largo de los perniles, se puede cambiar de color, puede tener solapas de pico o redondas, pueden ser cruzados o no… pero en el fondo hay una estética ‘esmoquin’ invariable.
Repito que esta diferencia la establezco yo, que normalmente se utilizan ambos términos indistintamente, junto al de ‘tuxedo’, que es muy americano y que en el artículo explicaba de dónde viene. Mi apoyo a ambas prendas. Al vestir bien. A la elegancia. A currarse la estética. A regalarle los ojos a la que te que te rodea…
PD. Llamamiento popular. Si a alguno de mis lectores le toca un pellizquito en la Lotería de Navidad esta mañana que se acuerde de su seguro servidor.
Rollazo, rollazo, rollazo de los grandes, el tener que salir a comprar los regalos de Navidad. Porque aunque uno esté en contra del consumismo navideño y quisiera “regalar amor y abrazos”, la gente que lo rodea puede no pensar igual, y para qué ganarte el odio y desprecio de todo el mundo por ahorrarte unos euros en regalos. Lo que en sí me da pereza es el acto del shopping: tiendas abarrotadas, empujones y pisotones por la calle, la tortura de encontrar el regalo apropiado, dependientes impertinentes o desbordados… Me encantaría dar con el “regalo universal”, es decir, aquel que le gusta a todo el mundo, independientemente de sexo, raza, religión, edad y estado mental. Un regalo del que nunca se tenga suficiente. Un regalo del que yo pudiera comprar 300 unidades y guardarlas en casa y repartirlos todos los años en Navidades y todo el mundo fuera feliz… y que hubiera paz en el mundo, los políticos dijeran la verdad siempre, y Coyote terminara por coger de una vez al tocapelotas del Correcaminos. ¡Vaya utopía lo de un regalo universal!
En USA es relativamente frecuente que aquellos sin tiempo o ganas para hacer compras contraten a un personal shopper, pero eso no es una opción muy extendida por aquí ,ya que se sigue pensando que ir de compras es uno de esos pequeños placeres de la vida [pura mentalidad femenina, para que después digan que hombres y mujeres somos iguales]. Pero vamos, que haberlos haylos, y concretamente recuerdo una nueva empresa que se dedica a ello, Hablamos con su creadora, Silvia R. Coladas, sobre los servicios que ofrece:
¿Cómo surge la idea de Une Frivolité? La idea surgió como consecuencia de una amalgama de múltiples circunstancias. Siempre me ha llamado la atención, especialmente en estas fechas, ver caballeros pululando por la “Milla de Oro” de Madrid, un poquito despistados y a última hora, en busca del regalo perfecto para una mujer. Salvo que seas un hombre que adora ir de compras y además tiene tiempo para ello, (los hay, pero son una excepción), no es tarea grata buscar y encontrar, año tras año, un regalo adecuado, sorprendente, cuya ilusión perdure en el tiempo y no sea repetición de lo regalado otras veces. Por otro lado, he tenido ocasión de escuchar los testimonios de mujeres que se quejaban de que sus parejas les solían comprar siempre, más o menos, algo parecido, o se habían gastado un dineral en algo que no les gustaba nada, aún siendo de una gran firma, pero no se atrevían a decírselo para no herir sus sentimientos. O que incluso, con la confianza que da el tiempo, les sugerían que lo compraran mejor ellas mismas, con lo cual, la esencia del regalo, que es la ilusión y la sorpresa, se perdía. Si a estas circunstancias objetivas, le unimos las subjetivas, que personas cercanas a mí, me han “utilizado” durante años, precisamente para esta función, y que yo, particularmente, disfruto muchísimo con ella, la combinación era perfecta. Simplemente decidí hacer de una afición, una profesión. ¡Recomendado por los gurús de los negocios!
¿Cómo es el proceso que llevas a cabo para dar con el regalo perfecto para una persona concreta? Si no la conozco personalmente, que es lo normal, me cito con el cliente que quiere hacer el regalo, si ello es posible y, robándole poco tiempo, le hago una serie de preguntas sobre la mujer a la que desea agasajar. Edad, estilo de vida, si trabaja, aficiones, si tiene niños, etc. para hacerme una idea de su personalidad. Si me pueden enseñar una foto, mejor que mejor. Me gusta ese trato personal con los clientes, creo que es necesario, porque me ayuda a dibujar mentalmente a la persona concreta a la que le quiere regalar, que por supuesto, no tiene por qué ser su pareja, puede ser su hija, su nieta, una amiga, una hermana… Si no hay tiempo para visita personal porque se trata de algo un poco urgente, tenemos esa toma de contacto por teléfono. Es más difícil porque el trato es más impersonal, pero no imposible. Normalmente le hago dos o tres propuestas antes de lanzarnos a comprar. También puede ser el cliente quien me de pistas de lo que quiere, cuando simplemente de lo que huye es de ir a elegirlo y comprarlo. Y si por el contrario, dispone de tiempo, y lo que quiere es “aprender” a hacerlo él mismo, entonces le acompañamos y es más fácil todavía, porque pasando una mañana o una tarde de tiendas con él, podemos averiguar muchísimo mejor qué le puede ir bien a esa mujer que quiere sorprender.
¿El concepto de personal shopper sigue siendo algo malinterpretado en España? Creo que la gente se va atreviendo cada vez más y va sabiendo mejor en qué consiste un “personal shopper”. Realmente, al menos en nuestro caso, que es un caso especializado de “personal shopper”, es algo muy sencillo: delegar una tarea que a ti no te gusta hacer, o sencillamente no tienes tiempo para hacer, en otra persona. Esa tarea es comprarle un regalo a una mujer, con criterio y buen gusto. ¡Al menos eso es lo que intentamos!
¿El que alguien encargue a otro comprar un regalo para una tercera persona no elimina la carga afectiva del regalo (es decir, ni siquiera se ha preocupado de currárselo)? ¡Yo creo que no! ¡Todo lo contrario! Precisamente, enlazando esta pregunta con la anterior, en nuestro país alguien que se molesta en contratar a otra persona para que se ocupe del regalo de una mujer a la que quiere o con la que tiene un compromiso, es que realmente se está preocupando muchísimo por el éxito de ese regalo y por esa persona. Está poniendo más medios de lo normal. Eso sí, va a perder poco tiempo, pero también va a pagar más. Personalmente, no creo que el “sufrimiento” de pensar, elegir e ir a comprar un regalo, se valore mucho por las féminas. ¡Preferimos un buen regalo, con estilo y no que nos lloren con lo que les ha costado pensarlo y encontrarlo!
¿Este es un servicio no es para mujeres? Ha sido concebido más para hombres que quieren regalar a mujeres, como se ve en la página web, pero por supuesto, pueden acudir a nosotros mujeres que quieren regalar a otras mujeres. Algunas, también odian ir de compras y volverse locas pensando. O simplemente, no tienen tiempo. Quisimos especializarnos porque ya hay bastantes “personal shopper” que ofrecen servicios más amplios que nosotros en Madrid y queríamos ofrecer algo diferente y exclusivo. Por eso, nos hemos centrado sólo en mujeres y en firmas de lujo, que por otro lado, es nuestra especialidad.
¿Existe un regalo universal, es decir, algo que siempre guste a todo el mundo, independientemente de la edad, el sexo o interese? ¡Yo creo que no! Conozco a muchísimas personas y no, no veo el regalo que les guste a todos. Ni un coche, ni un viaje, ni un bolso, ni un reloj, ni el teléfono móvil de última generación, ni una casa en la playa. Somos tan diferentes que creo que no, es una utopía pensar en algo así. Si nos centramos en las mujeres, creo que hay una pasión generalizada por los zapatos, pieza fundamental de un “look” que lo arruina o lo eleva a lo sublime. Pero aún así, ni siquiera creo que sea un regalo universal con el que triunfar. Ya que muchas preferirán una joya u otra pieza dentro de la infinidad de posibilidades que tenemos.
¿Qué tiendas o diseñadores son tus favoritos para regalar? Hay muchísimas. Pero para mujer, me encanta Chanel. Sé que no soy muy original, pero es una debilidad absoluta. Yves Saint Laurent también se encuentra entre mis favoritos. Creo que ambas firmas combinan a la perfección elegancia y tendencia. Como algo muy muy especial, Hannibal Laguna, es feminidad a la máxima potencia. Siempre que paso por sus escaparates de la calle Jorge Juan me quedo fascinada. Max Mara me gusta mucho para ir bien vestida a diario y José Castro, que por desgracia no tiene tienda en Madrid, lo elegiría si tuviera que comprarle algo a una mujer alternativa, muy moderna, pero que quiera ir con elegancia parisina. Como tienda multimarca, creo que Ekseption, en la calle Velázquez, se lleva la palma. Y aunque no las tenemos en Madrid y hay que irse hasta Barcelona, me suelen gustar mucho las colecciones de ropa de Louis Vuitton. Creo que con esta firma no se cumple lo de “zapatero a tus zapatos” porque, para mi gusto, lo están haciendo muy bien.
¿Qué es lo que nunca comprarías para regalar? Nunca compraría para otra persona algo que a mí no me gustara. Aunque no sea mi estilo, lo que regalo me tiene que gustar, si no, no puedo. Hasta a los hijos de mis amigos les compro juguetes con los que habría disfrutado jugando.
Todo el mundo sabe que no soy millonario. Es algo que salta a la vista. Es más, siempre rondo la porca miseria. Pero cada vez que llega diciembre no puedo dejar de envidiar a la élite que puede permitirse hacer viajes a islas paradisiacas para huir del frio y del Espíritu Navideño, cosa que no deja de ser un invento para pobres, para sentirse exultantes aunque sea sólo sea una vez al año. De hecho, ese Espíritu Navideño es obra del poder de la literatura, ya que antes de que se publicara Cuento de Navidad de Charles Dickens en 1843 no era más que una conmemoración religiosa tranquila, hogareña y sin fastos. Después en el siglo XX llegarían los grandes almacenes y el marketing… que tradujeron todo el espíritu religioso a un lenguaje más comprensible hasta para el más ignorante: el consumismo. Hasta Eroski se mofa del espíritu fraternal de estas fechas con su anuncio de “estas Navidades voy a regalar amor y abrazos”.
Bien, pues los ricos siempre han tenido muy claro que eso de la Navidad es para espíritus pobres, y que lo mejor que se puede hacer estas fechas es emigrar a climas tropicales donde dejarse acariciar por las olas, el sol y el masajista del resort donde te hospedes. Para ellos nacieron las Cruise o Resort Collections, que algunas marcas lanzaron con una frikada hace tiempo y que ahora nadie osa obviar. Como no teníamos suficiente con dos colecciones por temporada, no se les ocurre otra cosa que multiplicar por dos las colecciones anuales (si incluimos la pre-fall). Afortunadamente en España este sistema no ha calado, ya sea porque somos todos pobres y no nos vamos a resorts o cruceros caribeños (y a los que lo hacen no les queda pasta para hacerse con un fondo de armario específico para las vacaciones), o somos más listo que los anglosajones que se tragan todo lo que les echen.
También es una lástima la corta vida de estas colecciones porque son bien bonitas, y más que ahora se han trasgredidos ciertas reglas implícitas que parecían regir la creaciones de las resort collections. A saber, o les daban un espíritu marinero (azul navy, rayas marineras, etc…), o se ceñían al espíritu ‘rica americana en el Caribe en los años 70’ (grandes estampados florales, vestidos túnicas, turbantes, aplicaciones de piedras…), u optaban por la variante Jacky O para gustos más europeo (Capri, La Riviera, Monte Carlo, islas griegas…). Ahora ya no hay reglas fijas, si bien aún se respetan estas que he enumerado. El tratamiento que se les da actualmente es como una colección más con el estilo propio del diseñador, sin plegarse al espíritu resort, como podemos ver en colecciones como las de Viktor & Rolf o Balenciaga. Sin embargo los italianos son más dados al toque setentero, cosa que es evidente en las propuestas de Pucci o Versase, entre otras.
Pero es que este fenómeno no es exclusivo del mundo femenino. Las colecciones resort han ido introduciéndose poco a poco en los armarios masculinos y ahora encontramos propuestas tan interesantes como las de Burberry, Gucci o Chanel, que curiosamente siempre tienen los tonos blancos o beiges como piedra de toque.
Como sigamos creando colecciones llegará un momento que habrá una colección por mes. Enero, la colección Snow; febrero, la colección Safari; marzo, la colección Lluvia… y así hasta a la extenuación. STOP AL CONSUMISMO.
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