La moda, el estilo, el vestir, la decoración, el buen gusto (o el mal gusto, que es casi más interesante), el savoire faire, la etiqueta… De todas estas cuestiones trataremos en este blog , Puede parecer un tema trivial, y quizás lo sea por su faceta lúdica, pero también es cierto que gastamos mucha energía en tratar de definirnos mediante la imagen que damos, y la herramienta que tenemos para ello es la moda. Los colores definen nuestros estados de ánimos, existen códigos estrictos del vestir en función de las profesiones que ejercemos, la simple selección de un tejido u otro puede significar una actitud ante la vida. El gran peligro está en convertir ese interés en una obsesión, es de ahí de donde nacen los fashion victims, o víctimas de la moda. En este blog hablaremos para gente con los pies en la tierra, con ánimo de ilustrar e informar, de presentar alternativas y ampliar las miras de los más reacios a dejarse llevar por el interés estético. Para ello mantendremos a lo largo del tiempo algunas premisas básicas que configuran la ‘ideología’ de este blog y que se concretan en este decálogo:
Las personas no han de adaptarse a la ropa, es la ropa la que debe estar al servicio de la persona. Un diseñador o una marca que no fabrique nuestra talla no merece nuestra atención. Nada de obsesionarse con rebajar esos centímetros mal llamado ‘de más’ para caber en algo que no ha sido creado teniendo la deferencia de tenerte en cuenta.
En lo referente a estilo, no existe lo correcto y lo incorrecto, simplemente lo interesante y lo aburrido. Así que cuando lean aquello de esto u lo otro “es un gran error”, entiendan que nos parece manido, vulgar, demasiado visto, demasiado fácil… Pero para gustos lo colores, ¿no se dice así?
Lo singular siempre es un valor positivo. Si dicen que cada persona es un mundo, ¿por qué se empeñan en vestirnos a todos igual? Un poquito de rebeldía, una pizca de esnobismo, un mucho de inconformismo, y el carisma está asegurado. Eso sí, exige un pequeño esfuerzo de búsqueda, selección e investigación.
Sin riesgo no hay recompensa. Las elecciones seguras son las que llevan inexorablemente al lado gris de la fuerza, es decir, a ser tildados con adjetivos como “anodino”, “aburrido”, “soso”, “insulso”, “ordinario” y otros sinónimos de cariz igualmente negativos.
La estética debe de ir acompañada de calidad, una sin la otra no es más que humo. Las prendas bellas realizadas en tejidos vulgares y sin prestar atención a los detalles son tan decepcionantes como las realizadas en ricos materiales pero sin originalidad en el diseño. En el equilibrio está el camino.
Hay que cultivar la autocrítica y pasar de la crítica de los demás.
Las tendencias existen para ser adaptadas y asumidas por gente real, gente que no tiene el físico de modelos publicitarios ni son susceptibles de ser retocados por Photoshop en la vida real.
Los cabos sueltos son el peor enemigo de la elegancia. Unos zapatos deslustrados o una corbata mal elegida pueden dar al trate con la impecabilidad de un traje bespoke del más reputado de los sastres.
Modernidad no es sinónimos de extravagancia, ni clasicismo de aburrimiento.
Los iconos de la moda están para aprender de ellos, no para imitarlos. Hay que ser conscientes de las virtudes y defectos que el espejo arroja cuando uno se asoma a él.
Pero lo más importante es la actitud, porque el estilo es una cuestión de actitud sin duda alguna.
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